The tremens - Laberinto de un artista


Horacio se encuentra acostado en su cama. Mira la claraboya con gesto de disgusto. Tiene rostro de no haber dormido en toda la noche. O de haber tenido un sueño entrecortado. Se incorpora en su cama y sentado en ella, echa una mirada de soslayo hacia el lienzo en blanco. Por un momento había tenido la impresión de haber trabajado mucho. Pero eso sólo transcurrió en su mente convulsionada. Se siente preso de una broma cruel de sus compañeros escolares. Aún así respira profundo.
Mira y toma el paquete de puchos de su mesita de luz. Lo abre y al mirar su interior frunce el seño. Hace un bollo de él y lo arroja hacia la esquina diagonal, al lado de la puerta. Recordó con rencor su promesa de dejar de fumar si podía inspirarse. Aunque esto no estaba funcionando… en su lugar parecía el motivo de su tormento. Golpea el colchón con bronca y se incorpora al fin.
Estamos entrando en un pasillo a un ritmo lento que acelera a medida que creemos llegar hasta el fondo para descubrir que el transitar no tiene fin y se convierte en un barrido de movimiento ininteligible. No podemos percibir si esta imagen es una pesadilla o un delirio en estado de vigilia. Mientras escuchamos un grito grave de desesperación.
Volvemos a la habitación de nuestro artista. Vemos la cama vacía con las sábanas desordenadas. Buscamos por el ambiente “decorado” de manera demasiado minimalista. La expresión correcta sería despojado. Encontramos una pila de libros artísticos. Un tablón a modo de mesa de trabajo con oleos, pinceles. Comprendemos que se encuentra en el atelier. Es sabido que tener el lugar de descanso y el de trabajo en el mismo espacio demuestra un no poder separar los tiempos. Una falta de limitación. Horacio no puede adaptarse a las rutinas, a pintar por encargo y entregar un trabajo a tiempo. No puede mantener una relación estable, ni siquiera decidir a qué político votar. La única terapeuta que lo analizó por sus problemas de insomnio lo describió como incapaz de vivir en la realidad, en sociedad y con pautas civilizadas. Con este diagnóstico le recomendó que continúe con su modo de vida ya que aunque quisiera está designado a vivir en el aire, en la abstracción. A su lado, el lienzo sólo muestra una gran salpicadura roja en su centro.
¿Qué pasó con Horacio? Poseedor de un gran talento desde su infancia, pintaba libremente. Lienzo que tocaba, lienzo que convertía en manjar para las galerías de arte. Y por lo tanto,  llenaba de grandes caudales de dinero los bolsillos de los comerciantes artísticos y de él mismo. Sin embargo, su habilidad de ganar dinero era directamente proporcional a su derroche. Generalmente enfocado en placeres efímeros. En el fondo, tenía un desprecio por su condición de genialidad. No se sentía merecedor de los logros.
Seguimos buscándolo y lo encontramos sentado en el piso. Apoyado contra una pared, está abrazado a sus rodillas y no podemos ver su rostro. No sabemos si durmió. Si que no toleró estar acostado. Eso sería darse un descanso y Horacio sólo quiere torturarse por ser un privilegiado. En el fondo desea no tener talento y no haber sido contratado para exponer su obra en una galería de Paris.
Dentro de la mente del artista, se vive otra realidad que la del vacío de su dormitorio esa segunda noche. Está siendo perseguido por un ejército de lienzos en blanco. Estos amenazan su libertad. Luego vemos que Horacio ya fue esposado. Tiene unas cadenas y va caminando detrás de ellos con la cabeza gacha. Es presa de una creación que aun no existe y de un tiempo según sus palabras “tirano”.
Horacio yace en el piso. Sus ojos abiertos, sin siquiera pestañear. Es difícil darse cuenta de si respira salvo por un pequeño elevar de su pecho. Parece no haber comido en todo el día y haber pasado su tercera noche sin dormir.  Pero él recuerda los cuervos y ese pasillo interminable. El lienzo está tirado en el piso con una gran x en él. ¿Habrá sido pintado en un acto de rebeldía? El torturado se sienta, lo mira y observa que la X se mueve. Luego no puede discernir si es la x o el cuadro.  Producto de su desesperación se levanta y hecha a correr. Se tropieza y cae sobre el lienzo.  Desaparece dentro. De repente la habitación queda vacía.

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