Invisible

    Hace unos días soñé con una contrariedad: descansaba y a la vez no podía relajarme acostada en una habitación cuyas paredes estaban bien arraigadas pero el techo de ésta era inexistente. Un cuarto sin techo al lado de una casa perfectamente sellada. ¿Por que descansaba ahí? ¿No podía estar dentro del hogar seguro? Desde mi cuarto veía la oscuridad de la noche y, a través de ella árboles, casas y calles a la distancia.
    Mientras les describía mi sueño, acabé por recordar un día de verano en un camping del Dorado, ciudad de Misiones en el cual dormimos con mi amiga. Esa tarde que llegamos para utilizar la pileta y comer asado llovió dejando el terreno inutilizado para instalar carpas. Tuvimos que colocar nuestras bolsas de dormir en reposeras duras de madera. Mi amiga tenía esa costumbre envidiable de dormir a pesar de todo. Por otra parte en ese momento eso me resultaba una tarea casi imposible. Cada vez que conciliaba el sueño, despertaba, veía lo inmenso y oscuro de la noche. Pensar que podía acercarse algún atacante no era algo que me perturbase, pero si me atraía bastante estar expuesta a cualquier eventualidad. En uno de esos momentos, un perro dálmata de proporciones bastante grandes se acercó tanto que su aliento respiraba en mi cara. Estuvimos mirándonos un tiempo largo hasta que lo asocie con el mismo can que nos hizo compañía ese día.
    Volviendo a mi habitación sin techo, en ese sueño que yo no reconocía como tal dada su vivacidad, yo estaba instalada con la resistencia entre estar cómoda con ese peligro inmaterial que podía avecinarse y el querer huir hacía el hogar herméticamente cerrado.
    En otro momentos de mi pasado, tuve intentos de dormir en una habitación que mis padres construyeron a varios metros de la casa. Desde la cama miraba por la ventana hacia la noche invisible. Tenía una sensación similar: cualquiera podía pasar por la medianera sobre el techo de esa habitación, saltar a nuestro jardín, abrir mi puerta y mi familia no sabría de mi paradero. También pensaba que al volver a la casa al otro día podría abrir la puerta  y mi familia estar en malas condiciones. ¿Por qué esa aptitud por la tragedia?
    En el sueño, que ahora entiendo porque no podía verlo como tal, ya que estaba conectado a varias situaciones de mi vigilia, miraba la noche, la indagaba, y encontraba sólo vacío. Hace tiempo que esa nada para mi representa un valor mas importante que ver un amontonamiento de cosas. La nada, el vacío me llenan por completo. ¿Otra contradicción o certeza de mi vida? Seguía aferrada a esa cama y no podía cerrar mis ojos, no estaba soñando, veía hacia afuera.
    Suelo practicar el ejercicio de sitiarme en mi eje con el obstáculo de que mi mente tiene tendencia a observar al otro, "estar afuera", ser un antevasin, un residente de la frontera. Estimado posible lector, si supieras las luchas de mi conciencia contra mi mente por estar presente... Por ejemplo, en este momento sentada frente al monitor escribiendo, enfocada aquí. Minutos antes pensaba en que debería estar sacando fotocopias de una documentación, hacer un llamado laboral, averiguar sobre el alquiler de algún lente para mi cámara... ¿Cómo diantres puedo enfocarme en algo?
    Vuelvo al sueño o mejor dicho, recuerdo de aquella noche en una habitación. Es la representación de mi vida. En el cuarto mirando hacia afuera pensando que puede pasar algo y no pasa. Hasta que a lo lejos diviso una sombra andante. Y yo ahí aferrada a mi cama. Se aproxima algo. ¡Por fin! Por desgracia o por fortuna. Una mole oscura se aproxima. Sólo puedo divisar una cabellera enrulada. Avanza con paso lento y firme hacia mí. Sigo paralizada pero mi mente trabaja de manera ágil. El posible invasor ya está mirándome, buscando la posibilidad de entrar en mi morada. Encuentro una puerta que me conecta a la casa. Abro mientras esta persona entra la habitación que estoy dejando. Me doy cuenta de que él no había notado mi presencia, quizás sea un posible ratero. Me obsesiona indignarme porque no me notó. Me creía mas importante. Y en lugar de buscar ayuda o huir, permanezco atada al lado de la puerta, buscando la tragedia. La abro, él me mira se me acerca, lo lastimo. Cae al piso con fuerza y cierro la puerta. ¿Lo maté? Vuelvo a abrir. Él se levanta y me atrapa. Quizás otra noche encuentre una casa mas segura y quiera cuidar de mí.

Comentarios

Entradas populares