Manto


Durante el día, la velocidad de los hechos nos permite pasar por alto muchas cosas. Una especie de acuerdo tácito nos deja olvidar. Caso contrario, podríamos enloquecer por la excesiva carga emocional que conllevan los recuerdos.
Cuando termina la jornada existe una implícita complicidad mientras corremos por el parque. Dos miradas se cruzan comunicándose "se que cargas con mas de la cuenta"
En la oscuridad de la noche, sobreviene lo oculto. Luego de apagar la luz o mediante un súbito despertar a las tres de la mañana en una cama solitaria, una intensa retahíla de momentos pasados nos invaden. Lo reprimido, lo creído olvidado, se desata. Algunos desean estar con otra persona que la actual, otro tipo de vida, mudarse, retomar viejos vicios.
Luego un velo piadoso nos cubre reseteándonos para el siguiente amanecer. Lo que no significa que el ciclo haya concluido.

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