El verdadero amor

    El día que alguien cautive mi consciencia me voy a enamorar de verdad. Cuando esa persona "me llegue al alma", en lugar de a mi estómago, o mis sentidos. Conectar entre mentes es relativamente sencillo, pero no es ningún logro, dado la cantidad de barreras y juicios que resultan de su dominio. En cambio, si el individuo en cuestión alcanza esa pizca de mi que puede nominarse espíritu, detrás de las máscaras que algunos días se pueden quitar en su totalidad, y otros sólo en parte, en ese instante se abrirán todas las puertas.
    Khalil Gibran en "El loco" menciona a las siete máscaras, que podemos entender como emociones: alegría, tristeza, ira, etc. y culmina con la última que denomina la nada. Esa nada es el océano de consciencia que en mi opinión, es todo, nos completa. Llegar allí mediante la meditación matutina es encontrar la calma. Cada silencio del día me recuerda un poco a ese meditar.
    En la última relación que tuve, creo haberme enamorado, porque compartíamos los silencios entre mates y las miradas cómplices. Existía un atisbo de querer vislumbrar el interior de cada uno. Pero cuando conversábamos se anulaba ese silencioso descubrimiento mediante gritos, mentiras, descalificaciones, agresión verbal y maltrato oral. Esa era la parte del no amor, que no significa odio, sino desprecio. Esa actitud de irse, abandonar a la persona por no querer aceptar que despreciamos ese otro que tenemos al lado.
    La persona anterior con la que me relacioné sólo pudo llegar a mis sensaciones. Lo confundí con el amor, sólo porque nuestros cuerpos se entendían a la perfección. Pero no podía soportar estar en silencio con él. Luego logramos un poco de afinidad en nuestros diálogos, pero siempre tendían a la conexión física. Se refiere a mí como artística, para encasillar ese algo que no llega a comprender. Es decir, no pudo ver mi alma. Yo tampoco la suya,dado que está vedada para mí.  
    Creo haber llegado a experimentar el amor universal, ese que me permite abrazar un árbol, atraer a un gato, acariciar a un perro y sonreír a un desconocido/a que camina por la acera en dirección contraria. Primero nos miramos, luego sonreímos, y por último nos decimos "hola". Nuestras almas parecen haberse reconocido, aunque nunca nos hayamos cruzado en esta vida. Ese amor universal pude incorporarlo en mis relaciones personales, las que me han presentado retos y pude terminar comprendiendo a mis afectos. Luego de abandonos, rechazos y expectativas insatisfechas, pude aprender a poner límites, decir no. Pero también decir si, admitir que no se, abrazar, besar, pedir perdón, decir te quiero o lo siento. Ese amor universal me está conectando con todos los seres, abandonando ese otro "amor", de la posesión que ahora llamo amor mal aprendido o querer. Pobre querer, tiene tan mala prensa...
    Ahora que lo pienso, me he enamorado de verdad muchas veces, si definimos enamorarse a ese acercamiento inicial que comienza las relaciones con la esperanza de que "esta vez es diferente", " por fin llega la felicidad". Como si esa persona trajera consigo el secreto de los misterios del universo, cuando en realidad es un simple mortal como vos, como yo, como todos en esta tierra. Luego lo aborrecemos, porque no es ideal, sino que es parte de la media de humanoides que tienen emociones, necesidades, máscaras, siete llaves y miserias, entre otros componentes del basural. Pero la nada se encuentra también en el fondo de cada uno. Esa esencia que se asomó el primer día de conocernos, donde no había tabúes y uno podía mostrarse después de la segunda cerveza. Pero, a cara destapada y sin deshinibidores, por miedo a ser rechazados, la tapamos. Entonces, la nada se esconde, porque le hacemos bullying, pensamos que es muy aburrida y es mas entretenido atiborrarnos con un cóctel de emociones. Divertido por un rato, pero también muy desgastante y letal para esa nada, que es lo mas nuestro, lo mas auténtico que tenemos.
    Para terminar, considero que, si para enamorarme, "dejar la soledad" y traer "felicidad" a mi vida, debo ocultar mi nada, ocultarme tras siete máscaras, sufrir, odiar y despreciar, prefiero seguir así, con mi nada y mi todo a la vez.

Comentarios

Entradas populares