Un interruptor interrumpido

    Estoy sentada en un escalón de piedra, donde espero un momento de nada. Decidí detenerme un tiempo. Igualmente, es un poco complicado encontrar el silencio o un instante de paz, pues el desfile de personas por la urbe es incesante. Ellas deambulan en vacaciones de invierno y parecieran estar frustradas por su desocupación temporal. No pueden disfrutar del ocio. Quizás estén en la misma situación que yo, "en busca de la nada". Sus zapatos tocan de modo breve las veredas a partir del contacto con las suelas. Al igual que las ideas rozan fugazmente mi mente y continúan. Aún así soy feliz, con mi supuesta nada siento que tengo todo.
    Cada tanto, alguna fantasía romántica pugna por invadirme. Amenaza mi nada, con promesas, esperanzas y palabras que ya no necesito. Como menciona Sinay, "el que busca puede encontrar cualquier cosa". Y yo tuve cualquier cosa por tanto tiempo... que ahora prefiero la nada. 
    En mis cavilaciones se interponen supuestas realidades ideales, objetos que piden que los desee en cantidad: viajes, destinos, carteras, idiomas, hombres, redes sociales, casas, autos, motos. La lista es infinita si sigo deseando. Si estoy en el modo deseo estaré insatisfecha. Si cambio mi interruptor al modo ser, presencia que observa lo que la mente piensa, soy luz, paz, una gota en el océano de consciencia.
    Siento el escalón frío. Debo irme, me convierto en parte de la hilera de gente que camina mientras alguien como yo nos observa desde otro punto.

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