Acierto

 Tropezó y rodó por los escalones de la escuela. Se escucharon, a lo lejos las carcajadas de sus compañeros. Gaspar miró hacia donde ellos se encontraban y se incorporó. No parecía avergonzado sino expectante. El profesor tocó su hombro y le preguntó si estaba bien. Él asintió.

 Todo el año había transcurrido ignorado por el resto de la clase. Esa era la primera muestra de atención. Para él estaba bien. Significaba que un poco les importaba. Se sintió aliviado.

 Recordó su entrada prometedora en el canal de televisión, donde su madre lo acompañó a un casting. Su doble vida comenzó a agotarlo. Grabaciones de la serie televisiva por la mañana y colegio por la tarde.  En poco tiempo consiguió una popularidad que no había pedido  No tenía opción, ni pudo elegir. Sus padres vieron en él una oportunidad económica que ellos no pudieron tener.

 La admiración de sus pares se transformó gradualmente en resentimiento y envidia. Cuando, una semana atrás la serie se canceló por decaimiento del rating, Gaspar fingió desaliento ante sus padres. En su interior sintió que tomaba la riendas de su vida.

 Esa mañana, sus dotes actorales lo hicieron fingir esa caída e incorporarlo como parte del grupo.

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