Oportunidad

-Ayer caminaba por el parque y con cada pisada que daba, se producía una elevación. No sólo era por mis pasos, toda la gente que caminaba se sentía rara por este hecho. El parque quedó cubierto por montañitas. Les voy a graficar una perspectiva para que tengan una idea de lo que estoy hablando. -dijo mi amigo Julián en el curso de cuidados ambientales.

Era nuestro primer año de la facultad, la ingenuidad de nuestra vida se había perdido un poco, por lo cual, todos los alumnos nos reíamos incrédulos, mientras Julián dibujaba en el pizarrón, una muy exacta trayectoria del recorrido de sus pasos por el parque.
 Julián se dio vuelta ante las carcajadas y nos enfrentó.

-Sé que suena gracioso, pero si no lo planteo acá, ¿cómo puedo encontrar una solución a este problema? 

Notábamos que no bromeaba y cesamos las risas. Reconsideré el sentido de este momento. Supongo que eso les habrá pasado a los demás. El objetivo de anotarme en esta carrera, era contribuir al cuidado del medio ambiente. Comencé a considerar el planteo de Julián de otra manera.
Como siempre, recién cuando el aula quedaba en silencio, y podía tener nuestra completa atención, el profesor Fernán Duarte comenzó a hablar:
-Creo que este caso puede ser elegido para que el curso le encuentre una solución. Los demás que han expuesto no me resultan un desafío. –Fernán no tenía problemas en juzgarnos duramente. Mi problema de la escasez de bolsas de basura le había parecido algo común. Comenzaba a pensar que tenía razón.
-Les pido que busquen en su memoria si les ha pasado una experiencia similar a la de Julián y porque creen que esto sucedió.
Me atreví a hablar a riesgo de las bromas de mis compañeros:
-Ahora que recuerdo, la semana pasada, con unos amigos, estábamos jugando al fútbol en el campo cerca de mi casa y no pudimos terminar el partido porque, al correr, la tierra se deslizaba hacia atrás. El impacto de la pelota provocaba el mismo efecto hacia adelante. Al cabo de media hora, toda la cancha se convirtió en un sector de lomadas. Creíamos que era por la tormenta del día anterior, pero no es un efecto normal, ahora que lo analizo bien. 
- ¿A qué pensás que se deben estos desplazamientos de tierra?
-No se me ocurre nada. -Fernán me observó molesto por mi falta de ideas.
- ¿Alguien que pueda aportar alguna hipótesis?
El silencio invadió el aula.
-Consideren que, si están trabajando para el gobierno en el cuidado de recursos ambientales y se quedan paralizados ante un caso así como ahora les está pasando, no creo que duren mucho tiempo en el cargo. -Los discursos tan directos del profesor, me habían comenzado a molestar.
-Les voy a comentar un caso similar que ocurrió en Europa este año. Fue tratado con total cautela, por eso no tuvo mucha difusión. Hubo un gran desplazamiento de tierra en la carrera de motocross de Italia. El corredor Jean Piere Noguesat dio un vuelco al hacer presión con la rueda delantera de su moto. Ésta voló por el aire y cayó sobre el conductor, costándole su vida. Una cámara transmitió el momento del accidente y captó como se formaba la acumulación de tierra. Los demás participantes de la carrera denunciaron ser víctimas de acumulaciones menores.
-¿Y cuál cree que habrá sido la causa de esto? -lo desafié casi en broma. No originé el efecto deseado porque el profesor comenzó a dar cátedra. Decidí no contradecirlo nunca más.
-Ante todo, si conocen las leyes de la física sabrán, que en el Universo existen fuerzas con sus respectivas direcciones. En este caso se presentó una contraposición entre una fuerza diagonal descendente, generada por el accionar de la rueda y  una fuerza ascendente, proveniente de la tierra. La fuerza diagonal descendente hizo presión sobre la ascendente, provocando el levantamiento de tierra. Esta fuerza diagonal descendente no tendría que llevarse a cabo. El movimiento debería suceder hacia adelante. Pero la tierra está afectada por la escasez de agua. La tormenta de ayer fue una excepción, dado que una lluvia no es suficiente para nutrir la tierra nuevamente. Más si ésta está afectada también por la circulación de químicos y conservantes para el alimento por ejemplo. Estos motivos contribuyeron a su fragilidad. Cualquier ligero movimiento la impulsará en la dirección contraria a la que debería ir. -Me miró triunfante. Observé el banco, derrotado.
-Chicos, terminó la clase. Para el lunes que viene quiero que piensen posibles métodos de solución. Debemos presentar una propuesta al comité de cuidados ambientales. Voy a hacer lo posible para que puedan acompañarme y plantearla ustedes. 

-Es muy soberbio este profesor. -comenté a Julián en el colectivo de regreso a casa.
-Si, tiene un ego tremendo, pero sabe mucho. -contestó mientras revisaba su celular.
-Vos lo decís porque eligió tu problemática. -repliqué buscando el mío. No soportaba que no me presten atención. Entonces copiaba actitudes.
-Nada que ver. Pensá que va a pasar cuando la situación se vuelva algo cotidiano y no podamos ni caminar tranquilos. -Me dejó reflexionando. –Me escribió Julieta. Nos espera en mi casa.
-¡Pero tenemos la entrega de botánica mañana! No nos vamos a poder concentrar con ella hablando todo el tiempo.
  Julieta era nuestra mejor amiga desde la infancia. Siempre tenía una anécdota interesante para distraernos. Además se había convertido en una hermosa mujer. Era costumbre sorprendernos mirándole “algo”.
 “Haber cuando se consiguen una novia. ” nos decía entre el fastidio y la comprensión.
-Un poco de distracción no viene mal. Aparte, no es por ser machista, pero las mujeres pueden aportar mucho en botánica. Es algo que llevan en los genes.
-¡Pero Julieta no puede cuidar ni un cactus!
-Che, que mala onda que tenés. ¿Qué te pasa?
-Nada, tengo hambre. Así reacciono. ¿No me conoces todavía?
-Bueno, pero sabes que cuando viene Juli nos espera con la comidita. ¿Para qué quiero una novia?

Cuando llegamos a la casa de Julián, efectivamente, Julieta nos esperaba con canelones.
-¡Juli! ¡Que sorpresa! –la abracé.
-Bueno, ¡qué cambio de humor tenemos por acá! Recién estaba protestando por todo. -Me puso en evidencia.
-Seguro tiene hambre. -Julieta me guiñó el ojo.
-Los J nos comunicamos sin palabras. –me referí a la inicial de los tres. Era una de las tantas frases que usábamos para explicar nuestra conexión. Nos entendíamos tanto que nos llamaban los hermanitos. Para colmo, Julieta estudiaba lo mismo que nosotros, pero en turno mañana.
- ¿Cómo les fue hoy en RA? – tenía la costumbre de abreviar palabras inclusive los nombres de las materias.
-¡Ni me hables! Javier es un pesado. Estuvo toda la clase dándonos sermones. ¡Que rica está la comida Juli! ¡Te pasaste!  –la felicité.
-Ya sé, no me digas …  Ganó Julián. Sos tan competitivo. No te pongas así.  Ya te va a elegir. – me palmeó el hombro.
-Con ustedes ni empatar se puede. –Me despatarré en la silla.
-No hermanito. –Tomó un vaso de gaseosa.
-Pero ¿a vos te pasó lo que dijo Julián?
-Sí, algo de eso me pasó cuando estaba corriendo por el parque. –Fue al sillón y prendió la tele. Con eso dio por entendido que el que cocina no lava.
-Ahora tenemos que pensar una solución que se va a presentar al comité de cuidados ambientales –le comentó Julián mientras llevábamos los platos a la cocina. Me quedé lavando por ser el invitado inútil.
-A ver, pensemos  –dijo Juli cuando me senté a su lado en el sillón. Juntó nuestras cabezas con sus manos en broma.
-¿Qué les parece un sistema de riego continuo?  –sugirió ella.
-Uno de los problemas es la falta de agua. ¿De dónde vamos a sacarla? Con la tormenta de ayer no se puede suplir meses sin lluvia.
-Quizás si hiciéramos una campaña para que la gente administre mejor el uso del agua, podríamos tener reservas para la tierra hasta que vuelva a generar los nutrientes por si sola. 
-Para eso tenemos también que hacer otra que evite el uso de químicos y pesticidas.
-Buena idea Javier. Están cambiando el ph del agua y contaminando la tierra -concordó Juli.
-Tenemos que juntar firmas para que las empresas desagoten sus tóxicos en tanques.
-¿Y dónde van a guardar esos tanques Julián? Si los enterrás van a ser más tóxicos aún.
-Entonces debemos obligar a las químicas que cambien sus componentes. 
-Sí, claro. Van a gastar tiempo y dinero por don nadies como nosotros.
-Así no. Pero ¿si presentamos un proyecto de ley a un congresista? Adquiriría carácter nacional.

    Conformes con la idea de Julián, pasamos horas redactando un borrador lo más completo posible para ser evaluado por Fernán en clase. Bastante somnolientos, dedicamos el tiempo restante de la noche a preparar el práctico de botánica, ya sin la presencia de Julieta. Nos restaron dos horas para dormir algo.
   A la mañana siguiente, camino al puesto de diarios donde trabajaba medio día, fui testigo de un hecho insólito. Presencié el nacimiento de un cráter en el medio de la avenida principal, Pirlesaga. El hundimiento del asfalto produjo la caída en picada de automóviles y motoqueros.
  Los siguientes días previos al lunes, varios hechos se dieron a cabo a nivel nacional, cobrando mayor gravedad. La mínima vibración alteraba todo el entorno. Fue interrumpido el uso de ascensores y de cualquier actividad vibratoria que impacte en la fragilidad de la tierra, como las construcciones y el desplazamiento de los transporte. Sólo se podía transitar en calidad de peatones, y era justificada la falta al trabajo o escuela  pues sólo se podía llegar caminando a los lugares. La ciudad quedó casi paralizada e inactiva.
  Las provincias decretaron medidas de urgencia, con respecto a la entrega de provisiones en comercios cercanos a los domicilios, que serían remunerados finalizada la crisis tectónica.
  El domingo recibí un correo electrónico de mi profesor: “Javier, como son de público conocimiento los hechos que nos afectan a todos, considero, de carácter urgente tener la reunión con el comité de cuidados ambientales este lunes. Partiremos desde las ideas que hayan preparado para la clase. 
  A pesar de las apariencias, los considero mis mejores alumnos. Confio en que no hace falta citar al resto de la clase en un espacio tan reducido.
  Nos encontramos el lunes a las nueve de la mañana. Les pido puntualidad por favor. La dirección es Venegas 1847. Saludos. Fernán.”
Contesté el correo: “Fernán, recibí el email que me enviaste hoy. Allí estaremos con Julián. Sólo te pido, si podemos asistir a la reunión con nuestra amiga Julieta. Ella cursa la misma materia por la mañana. La considero tan o mas capaz que nosotros dos juntos. Saludos. Javier.”
Por último, Fernán finalizó la conversación virtual de esta manera: “Javier, me parece perfecto. Los espero.  Saludos. Fernán.”
   La cena del domingo con mis padres, que vivían mas cerca del comité que yo, fue de lo más reflexiva.

- ¿Por qué será que esperamos a último momento a que las cosas se rompan para repararlas?  -Analizó mi padre, luego de media hora de disfrutar en silencio los tallarines caseros.
- Porque contamos con que otro las va a resolver por nosotros. Pero todos actúan de igual manera.
-Julián, no generalices ¿Siempre tan negativo sos? -cuestionó mi madre. -¿Para que estudias esta carrera entonces? Creo que hay esperanzas y mucha gente que quiere solucionar lo que pasó. Las personas pueden equivocarse, lo importante es que deseen reparar su error.
-Pero ¿por qué gente con tanta experiencia en el área va a necesitar la ayuda de pibes como nosotros?
-Porque, a veces, se precisa de mentes jóvenes, para desempolvar un poco las ideas de los viejos. Un individuo, tiene tendencia a pensamientos establecidos. Pero, en contacto con nuevas vivencias y sujetos puede adaptar su mente a lo diferente. Para esto es de gran ayuda realizar pequeñas modificaciones en nuestras rutinas diarias. ¿Cuánto tiempo dejás correr el agua de la ducha antes de bañarte? -me preguntó.
-¡Éste tarda como quince minutos en bañarse! -Me criticó mi padre.
- ¿A quién habrá salido? -Me guiñó el ojo mi mamá.
Mi papá dirigió su mirada al tercer plato de pastas. Luego arqueó sus cejas mientras casi escupía sus palabras.
-Una que yo se, se la pasa usando el lavarropas. ¡Ni hablar de el teléfono!
-Es que una camisa tuya equivale a tres remeras mías. ¡No entra tu ropa en una sola tanda!. Igual te quiero mi chanchulin. -Le dio un beso breve, dando por terminada la conversación.

   Esa noche, recostado en mi cama de adolescente, se gestó en mi, una maraña de pensamientos. No trataban sólo sobre el abuso del agua, sino sobre la contaminación auditiva y sonora que provocaba el exceso de tránsito.
   El lunes, nos encontramos Fernán, Julián, Julieta y quien les habla, en la puerta del comité.

-¿Todo bien? -preguntó Fernán,  dirigiéndose mas a Julieta, ya que Fernán la miraba intensamente.
- Sí  –dijo incómoda. -Esta situación no es muy “buena” que digamos. 

   Entramos al edificio. Caminamos por un pasillo que parecía no tener fin, doblamos por  la izquierda y subimos una escalera de concreto, totalmente gris. Al llegar al primer piso, Fernán golpeó la primer puerta, idéntica a las cinco restantes, exceptuando por las iniciales CA en rojo pegadas en ella. Nos atendió una chica rubia vestida con traje y zapatos negros. Su presencia desentonaba con el edificio gris.

-Bienvenidos, soy Laura  –Nos saludó con una media sonrisa, elevando sólo la comisura derecha de su boca. Su mirada estaba perdida en cavilaciones.
-Gracias  –dijimos todos al unísono.
-Pasen por favor. –Nos condujo al interior de un ambiente cálido, con amplios ventanales que daban luminosidad al ambiente. Éste se encontraba cubierto por plantas y en una esquina alojaba una cascada que se retroalimentaba. En ella había peces y plantas acuáticas. Todos los objetos presentes en la sala eran reciclados.
-Les presento al comité. –Señaló a la mesa central donde estaban sentados cinco integrantes elegantemente vestidos. Había un espacio libre entre cada miembro para que podamos interactuar con más fluidez. Fernán se sentó en la punta enfrente de Laura, con lo cual quería marcar cierta superioridad con respecto a nosotros.
 Un hombre de apariencia madura, aproximadamente de cuarenta años de edad, de rostro anguloso y ojos grandes tomó la palabra.

-Hola, soy Melián Rodríguez, presidente del comité. Les damos la bienvenida. Nos hemos reunido en carácter urgente para tratar esta catástrofe actual. En la reunión anterior planteamos una serie de medidas de emergencia que ya se aplicaron, como ser la distribución de alimentos y el cese de automóviles. Lo que debemos decidir es como restablecer el equilibrio natural de la tierra.
-Hola, soy Laura. Muchas gracias por recibirnos. Estuvimos reflexionando y deliberando sobre el tema. Nuestra mejor opción, seguramente pensada por todos los presentes, fue aplicar un sistema de riego continuo. Pero, -Adivinó las objeciones -sabemos que eso es imposible. Pensamos en un sustituto y se nos ocurrió alimentar la tierra con un fluido fertilizante compuesto por azufre, potasio, humus y abono. -Fernán nos miró orgulloso, los demás entre incrédulos y reacios porque la solución era evidente para que no se les haya ocurrido a ellos.
-Debemos organizar un calendario de humectación y el porcentaje que ocupara cada componente en la fórmula. -Aprobó Melián.
-Según nuestros cálculos,  –Me animé a hablar  -llevará un mes  restablecer el equilibrio. En este período se filtrará una cantidad total del líquido. Los meses siguientes, la aplicación se reducirá a la mitad , para que la tierra complete el restante. Esta aplica continuará hasta que se puedan autogenerar los componentes en un cien por ciento. Aconsejamos que se administre una dosis preventiva cada seis meses. 

Al día siguiente asistimos a las pruebas científicas. Se aplicó la fórmula en una porción de tierra seca con plantas marchitas. Al cabo de una semana el cantero rejuveneció. Al ser la porción testeada  equivalente a un uno por ciento de la superficie real, se estimó que ésta tardaría un mes en componerse.
 El miércoles siguiente tuvieron preparado el fertilizante líquido que fue suministrado en cada hectárea del país por expertos ingenieros agrícolas.
La tierra fue sanando lentamente y todos sus habitantes pudieron retomar sus actividades cotidianas.
Julián, Julieta y yo seguimos trabajando en el comité, luchando contra las empresas contaminantes mientras avanzamos con nuestros estudios.

Aún así el retorno a la normalidad no fue producido sin una enseñanza. Teníamos la conciencia de haber aprendido una lección de vida, como quien regresa de una guerra sano y salvo. Los privilegios de vivir fueron devueltos en calidad de préstamo y si volvíamos a derrocharlos quizás no hubiera otra salvación.

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