El desvío


Por ese camino que tantas veces había transitado diariamente, experimentó un pequeño escozor recorriéndolo por completo. Sintió luego un calambre en sus muslos, como un grito materializado.
 Las preguntas con las que convivía cotidianamente ya no importaban. La calma se hizo carne.  Ante él, las nubes parecieron borronearse hacia los bordes. Se produjo el sopor absoluto, y cayó de bruces contra el árido pavimento.
Al incorporarse, vivenció su figura transmutada. A cada paso, todas las siluetas se multiplicaban, cual holograma.
Se deslizó por sus recuerdos, los cuales se exhibían como en una galería de toda su vida. Aquello que observó alguna vez, oportunidades que se le arrebataron de las manos, desatinos.
 -¿He muerto?- se interrogó. Decidió esperar una señal.
Percibió, que aquel paisaje, a pesar de serle familiar, tenía nuevas mixturas fusionadas. ¿Por qué experimentaba esos cambios justo aquel día? Generalmente, podía adueñarse de sus pensamientos, decidir a qué percepción darle mayor importancia para contemplarla con gusto.  Pero esta vez, una fuerza mayor que su determinación lo dominaba.
Descubrió que por primera vez estaba pensando con libertad, pero el destino lo guiaba por otra dirección. Encontró la señal que confirmaba, no su muerte, sino su despertar. Ya no era un peatón más.
Se incorporó, esta vez, realmente y siguió su peregrinación por el desvío.

Comentarios

Entradas populares