Mason Grace
¿Qué pasa cuando un rostro parece
una mixtura de tantos otros ya vistos? Con Vanesa, mi mejor amiga, solíamos
decir –Ahí pasa Mason Grace-. Así llamábamos al sujeto cuya cara nos recordaba
a otras personas. Porque este nombre era para nosotras, una invención compuesta
por la combinación abreviada de cinco nombres diferentes.
Sucedió que existió realmente un
hombre llamado Mason Grace. Tenía múltiples huellas digitales conviviendo en
sus manos. Esto le daba la posibilidad de ser un ladrón de guante blanco sin la
necesidad de utilizar guantes. Al azar oyó hablar de nuestro jueguito. Éste le
traía pésima suerte, como sucede con quien menciona el nombre de una obra de
teatro en un estreno. Cada vez que lo nombrábamos, maldecíamos sin saberlo sus
atracos y terminaban descubriéndolo.
Secuestró a mi amiga para darnos
una advertencia. Al denunciarlo con la policía, el secuestro se frustró, al
punto de que Masón y Vanesa se enamoraron. Cambié el rumbo de sus vidas. ¿Y yo?
Me quedé sin amiga y sin juego.
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